O sí... es posible que muera un poco con cada sangrado... solo que no es una muerte con guadaña. Cuando llega, la sangre me lleva a las profundidades, al lugar más parecido a la
muerte del que tengo conciencia. Si estoy atenta puedo atisbar su llegada con antelación, sentir que se acerca, olerla
a lo lejos... Y llega pese a mi voluntad, como llega la noche sin que
nadie se cuestione el porqué del atardecer. En mí está el dejarme llevar o resistirme, sumergirme o ponerle freno. Si me
resisto, tal y como se me ha enseñado, la embestida será grande y dolorosa. Frente
a eso, sumergirme y aparecer en otro lado, en otro estado, desconocidos, es la
recompensa...
La
sangre me lleva hacia la muerte cada mes, hacia una muerte dulce, placentera y
deseada en la que el dolor no tiene cabida. Sangro
y muero cada mes, pero no sufro.
Sangro
y muero cada mes, pero después renazco. RENAZCO.
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